Querer bonito
Querida Lu,
Aun recuerdo la emoción de recibir tus cartas, esas que viajaban de lago a lago, del Atitlán al Xolotlán.
Un día nuestras cartas pararon, fue después de un sismo porque de eso te hablé en esa última carta, ese terremoto no solo movió a Managua me movió a mí y ya no podía escribir más.
Con el tiempo retomé las cartas, pero ya no eran dirigidas a vos. Nadie responde mis cartas, esa emoción de leer algo escrito para mí desapareció. Yo sigo escribiendo.
Hoy cinco años después, desperté pensando en vos y en ese mensaje que una vez me enviaste ““Madurar es aprender a querer bonito, extrañar en silencio, recordar sin rencores, y olvidar despacito.” Algo que Ura Callejas-Vidaurre me enseñó hace años, Te quiero bonito.”
Vos también me enseñaste a querer bonito.
Ese mensaje fue para mí una señal de que aunque me había ido yo seguía en tu vida y vos en la mía. Te quiero pedir perdón por alejarme, pero yo necesitaba partir y nuestra amistad era tan valiosa que no quería ponerla en peligro, así que antes de irme la tomé y la guardé en una cajita en donde yo sabía estaría bien.
Hoy querida amiga vuelvo a hacerte una carta, ha pasado mucho tiempo, cosas en mi vida y en la tuya han cambiado, probablemente ya no somos las mismas y una carta no va ser suficiente para contarte todo, pero si para decirte cuanto te extrañé, cuanto te extraño y que hoy vuelvo a leer tus cartas.
Te quiero,
U